Lorca y Dalí. |
La homosexualidad, a pesar de no estar criminalizada, sí fue
perseguida y marginada por la sociedad española y en especial por los sectores
más conservadores y ultracatólicos de la iglesia. Este ambiente represivo llevó
a algunos a elegir el exilio en París.
La homofobia también fue empleada por la izquierda para atacar a la
aristocracia y a la Iglesia católica, ya que el progresismo consideraba la
homosexualidad como un vicio y una tara psicológica propia de las clases
privilegiadas, y hasta establecía una identidad de la misma con el fascismo. “Exterminad a los homosexuales y el fascismo
desaparecerá”, decían Marx y Engels.
La homofobia liberal es un concepto que define la aceptación de la
homosexualidad mientras se mantenga oculta.
Autores como Alberto Mira
(1965–) y Daniel Borrillo (1961–) lo
utilizan como un tipo de homofobia, prevaleciente en la sociedad española desde
la década de 1980 y heredera de la homofobia de la izquierda del siglo XX, se
caracteriza por el «sí, pero...»: se
tolera benevolentemente la homosexualidad, a condición del silencio de la
condición homosexual, de la asimilación y de la aceptación de la «normalidad» del modelo heterocentrista,
«por su propio bien». Se critica la
exhibición de las «plumas» por su
visibilidad, cualquier marca de subcultura o estética LGBT y, por supuesto, las manifestaciones en la calle. Cualquier
transgresión de esa norma es rechazada como «victimista»,
«conciencia de gueto», «activista» o «proselitista».
En palabras de Mira:
Es extraordinariamente simple: «Sí, pero…». En esta estructura sintáctica se inserta
cualquier tipo de enunciado: «Los homosexuales son maravillosos y muy
amigos míos pero deben abandonar la pluma; los homosexuales son personas como
todos pero el exhibicionismo que manifiestan está fuera de lugar». Hay un límite que todavía cuesta superar: el
de las imágenes positivas o la reivindicación.
Alberto
Mira, De
Sodoma a Chueca.
Sin embargo, quienes más contribuyeron a la marginalización y el
rechazo de los homosexuales fueron los médicos. Durante el siglo XIX la
criminología había convertido al homosexual en un monstruo. A partir del cambio
de siglo, en España predomina la visión endocrinológica del fenómeno. La teoría
de Steinach (1919) argumentaba que la homosexualidad puede ser causada por un
desequilibrio en la proporción de segregaron de hormonas femeninas y
masculinas. Suponía que las homosexuales mujeres segregaban hormonas masculinas
y los hombres homosexuales segregaban hormonas femeninas.
El mayor representante de este pensamiento en España fue el
endocrinólogo y escritor español Gregorio
Marañón (1887-1960); más objetivo que la mayoría, se oponía a la
criminalización de la homosexualidad, pero abogaba por su ocultamiento. Durante
el siglo XX, este pensamiento fue apoyado por la izquierda.
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