Portada de la publicación de 1984 |
Psychopathia
Sexualis (Psicopatía del sexo) es una obra del psiquiatra alemán Richard von Krafft-Ebing (1840 – 1902) publicada en 1886. El libro fue escrito con la
intención de convertirse en una referencia forense para médico y jueces, y
también con la intención de evitar que fuese leído por aficionados, por lo que
su estilo es muy especializado, como lo demuestran, entre otras cosas, la
elección de un tecnicismo como título y la redacción de varios apartados en
latín. A pesar de ello, la obra llegó a ser muy popular y alcanzó varias
ediciones y traducciones.
En la
primera edición de 1886, Krafft-Ebing dividió los desvíos sexuales en cuatro
categorías:
- paradoxia, o el deseo sexual experimentado en etapas de la vida equivocadas, es decir, infancia o vejez.
- anesthesia, escasez de deseo.
- hyperesthesia, deseo excesivo.
- paraesthesia, deseo sexual sobre un objeto equivocado. Incluye aquí la homosexualidad, el fetichismo, el sadismo, el masoquismo, la pederastia, y otros.
Krafft-Ebing
creía que el objetivo del deseo sexual era la procreación, y que cualquier
forma de deseo que no tuviese como fin último a la misma, era una perversión.
La violación, por ejemplo, era un acto aberrante, pero no una perversión, ya
que de ella podría derivarse el embarazo.
Krafft-Ebing
fue uno de los primeros que estudiaron sistemáticamente las variantes
prohibidas del deseo sexual. En las amenas y minuciosas historias clínicas de
sus pacientes, nos retrata la agitada vida de un conjunto de personajes
perseguidos por la justicia e internados en manicomios. En ocasiones son seres
inofensivos, pero sin lugar en la sociedad puritana de la época; otros,
criminales brutales. Él fue quien acuñó términos como fetichismo, sadismo o
masoquismo. Y aunque participó en la corriente medico-psiquiátrica que en el
siglo XIX se encargaba de problematizar la sexualidad no procreativa (buscaba,
por ejemplo, el origen de toda desviación en supuestas taras genéticas y en las
prácticas masturbatorias) siempre mantuvo una actitud más comprensiva y abierta
que la de sus contemporáneos. Aquí expongo nueve de los más de doscientos casos
que componen la obra original, publicada en 1886.
Ninfomanía.
En la Europa Victoriana, una mujer encantadora pero con ardientes impulsos
sexuales podía ser considerada perversa y sufrir persecuciones por parte de su
familia y las instituciones.
Exhibicionismo.
Historial clínico de un trabajador intachable que de vez en cuando, con unas
copas de más, se sentía impelido a mostrar sus genitales a las damas.
Homosexualidad
masculina. Relato autobiográfico de un doctor alemán que tienen que emigrar al
sur de Italia para vivir su sexualidad sin sufrir persecuciones. Interesante
retrato de las subculturas “gays” urbanas de la Alemania del siglo XIX.
Lesbianismo.
Historia de un amor imposible entre dos mujeres que, por las presiones de su
época, tienen que renunciar a su cariño y satisfacer las expectativas sociales
casándose y llevando una vida matrimonial infeliz y frustrante.
Antipatía
sexual. Las experiencias tragicómicas de una mujer apasionada, que finge ser
hombre para poder desarrollarse profesionalmente, pero que acaba por aborrecer
tanto la condición masculina que al final se inclina por los amores lésbicos.
Sadismo. Las
extrañas conductas sexuales y fantasías de un hombre obsesionado con las nalgas
femeninas y las azotainas.
Masoquismo.
Sorprendentes confesiones de un paciente que solo se excita con mujeres
grandotas, rudas y dominantes al estilo de las que describe Sacher-Masoch.
Fetichismo.
Triste historia de un amante del cabello femenino, que acaba siendo internado
en el manicomio por tener una manía: la de cortar cabelleras de mujeres, por
sorpresa, en el centro de París, para luego excitarse con ellas.
Bestialismo.
Inocentes actividades copulatorias con gansos y gallinas, sometidas a las
graves consideraciones de la ley.
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