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Eduardo II y su Favorito Piers Gaveston. Marcus Stone. 1872 |
Piers Gaves-ton era hijo de un soldado de Eduar-do
I de Inglaterra. Éste había sido uti-lizado como rehén en dos ocasiones por
el monarca francés; en la se-gunda ocasión, lo-gró escapar y huir a Inglaterra
con su hijo. Ambos entraron al servicio de la hacienda real, donde el buen
hacer de Gaveston hizo que el rey le
destacara como ejemplo para su propio hijo, el Príncipe Eduardo,
convirtiéndole en compañero del heredero en 1300. El Príncipe Eduardo quedó
deslumbrado por Gaveston –un hombre
docto en las artes de la guerra y las tácticas militares– que era conocido por
su ingenio, educación y don de gentes, y le concedió un sinnúmero de honores y
regalos. El Príncipe declaró también que amaba a Gaveston como a un hermano.
Aunque a Eduardo I de Inglaterra le gustaba Gaveston, desaprobaba la relación que
se había establecido entre éste y el Príncipe, al considerar que la diferencia
de rango era demasiado grande.
El rey descubrió
que Piers y el Príncipe habían
jurado ser compañeros de armas, protegerse el uno al otro y compartir sus
posesiones. Para el rey, esto era impensable.
El Príncipe,
decidido a mantener su juramento con Gaveston,
decidió ennoblecerle, concediéndole el Condado
de Ponthieu, que era propiedad suya.
Esto no
agradó al monarca y desterró a Gaveston. Igualmente, obligó a Piers
y a Eduardo a jurar que no se verían
nunca más sin la autorización real. Gaveston
partió entonces hacia Francia, con las bodegas repletas de regalos del
príncipe. Pero tan pronto como murió Eduardo
I en julio de 1307, el nuevo monarca hizo llamar a Gaveston y le concedió el condado de Cornualles (que estaba destinado a Tomás de Brotherton, otro de los hijos de Eduardo I).
Poco después
de ser llamado nuevamente a la corte, Eduardo
II concertó el matrimonio de Gaveston
con Margarita de Clare, nieta del
difunto Eduardo I y hermana del Conde de Gloucester.
La boda de Gaveston marcó el comienzo de una
interminable serie de festejos y diversiones.
Cuando Eduardo II partió hacia Francia en 1308
para celebrar sus bodas con Isabel de
Francia, que contaba a la sazón con tan sólo 12 años de edad, nombró a Gaveston Regente en su ausencia,
horrorizando a los Nobles ingleses. Al nombrar a Gaveston convertía al favorito en un hombre todavía más impopular.
El propio Gaveston no hizo ningún
movimiento durante su breve regencia de dos semanas.
La conducta
de Gaveston durante los festejos de la
coronación es especialmente significativa: hizo su aparición vestido en púrpura
real, en lugar de la ropa de oro propia de un conde, y pasó la tarde charlando
y bromeando con Eduardo (que ignoró completamente a su novia, su
hermano y sus tíos en favor de Gaveston),
para finalmente saberse que todo el oro y las joyas recibidos por el matrimonio
como regalos de boda le habían sido entregados.
Tras el
bochornoso espectáculo ofrecido durante la coronación, los nobles obligaron a Eduardo a desterrar a Gaveston; Eduardo, sin embargo, le nombró Lord Teniente de Irlanda, un cargo que implicaba autoridad, honor y
dignidad.
Gaveston consiguió hacerse nuevos enemigos rápidamente. Un poderoso grupo
de condes exigieron al rey un nuevo destierro de Gaveston. Muy pocos permanecieron junto al monarca, y entre los que
lo hicieron había nobles como el conde de Surrey que habían jurado odio eterno
al valido.
Finalmente,
tras la desastrosa campaña escocesa de 1310-1311, Gaveston fue desterrado una vez más.
Cuando Gaveston regresó a Inglaterra en 1312
se encontró con un ambiente sumamente hostil, en el que Tomás Plantagenet había preparado un ejército para enfrentarse a Gaveston y al rey. El 4 de mayo, Lancaster atacó Newcastle, donde se
hallaban el monarca y su valido, huyendo ambos hacia el castillo de Scarborough
y dejando tras de sí tesoro y ejército, del que se apropió Lancaster. Eduardo se dirigió hacia el sur para
organizar un ejército, dejando a Gaveston
en Scarborough. Lancaster envió
inmediatamente su ejército contra Gaveston
para tratar de aislarle del rey. Temiendo por su vida, Gaveston se rindió y fue capturado y llevado al castillo de Warwick.
El 19 de
junio, Gaveston fue llevado a
Blacklow Hill, propiedad de Lancaster
y asesinado por dos galeses, que le atravesaron con una espada antes de
decapitarlo cuando estaba sobre la hierba.
Le
sobrevivieron su esposa Margarita y
un pequeño bebé, Joan.
Eduardo II, al tener conocimiento de los hechos, reaccionó con furia en un
primer momento, que acabaría convirtiéndose en un odio frío y en deseo de
destruir a los asesinos de Gaveston.
Diez años después, vengó la muerte de Gaveston
al conseguir que el conde de Lancaster
fuera ejecutado.