jueves, 20 de agosto de 2015

Pedro Luis Garcerán de Borja y la benevolencia de la Inquisición ante un sodomita de alta cuna.

Papa Alejando VI.
Retrato por Cristofano dell'Altissimo.
Pedro Luis Garcerán de Borja Marqués de Navarrés, hijo del tercer duque de Gandía, hermano de san Francisco de Borja, Gran Maestre de la Orden de Montesa  y biznieto del papa Borja, Alejandro VI, fue arrestado, procesado y declarado culpable en 1572 por el Tribunal de Valencia.

Parece ser que Pedro Luis Garcerán de Borja había estado enamorado tiempo antes de un tal Martín de Castro, un rufián dedicado a la prostitución y el proxenetismo, tanto de hombres como de mujeres, y que fue sorprendido en la cama con el conde de Ribagorza, Juan de Aragón. Martín de Castro, antes de ser ejecutado en 1574 en la corte, delató a Pedro Luis Garcerán de Borja, dando escabrosos detalles y mostrando su falta de escrúpulos. Garcerán de Borja, que había sido virrey y capitán general de los reinos de Tremecén, Túnez, Orán y Mazalquivir, se vio comprometido por la crisis interna que sufría la Orden de Montesa, dividida en facciones, y por las enemistades creadas al promocionar a favoritos.

Felipe II, que fue consultado por la Inquisición sobre la conveniencia del juicio, decidió emplear el proceso para dar una lección a la nobleza levantisca, neutralizando a la vez la alianza de los Borja con la familia real portuguesa. Garcerán de Borja fue condenado a 10 años de reclusión en el convento de Montesa y una multa de 6000 ducados, a razón de 1000 ducados por año. Sin embargo, ya en 1583, Garcerán de Borja, tras unas disputas internas por la sucesión del Gran Maestre en la Orden de Montesa, supo congraciarse con el Rey y negoció con Felipe II la incorporación a la corona de la última Orden que se mantenía independiente. Como premio obtuvo la Encomienda Mayor de Calatrava y en 1591 el Virreinato de Cataluña, falleciendo en 1592. 
     Según el historiador británico Henry Kamen, después de un proceso que duró tres años, el tribunal de Valencia sólo lo condenó al pago de una fuerte multa, pudiendo volver después a ocupar cargos.    

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