viernes, 17 de octubre de 2014

Vida amorosa de Michelangelo Buonarroti

El sueño. Miguel Ángel.
Miguel Ángel Buonarroti intentaba ocultar su homosexualidad bajo las teorías neoplatónicas del amor, y hacía grandes esfuerzos para obtener un equilibrio emotivo que pocas veces logró.
Su inclinación natural por la materia, por las formas físicas -era por encima de cualquier cosa, un escultor de cuerpos-, unida a su fascinación por todo lo joven y vigoroso, emblemas de la belleza clásica, lo llevaron a decantarse por la belleza humana y el amor más sensual hasta muy avanzada su vida. Esta conflictividad enriquecedora con la que el artista vivió su deseo carnal, también afloró en el enfrentamiento con una supuesta homosexualidad.
El artista mantuvo relación con diversos jóvenes, como Cecchino dei Bracci, por el que sentía un gran afecto. Cuando en 1543, Bracci falleció, Miguel Ángel le diseñó la tumba, en la iglesia de Santa María in Aracoeli de Roma, y encargó que la realizase su discípulo Urbino. También Giovanni da Pistoia, joven y bello literato, fue durante un tiempo íntimo amigo, y algunos estudiosos plantean que mantuviera una relación amorosa con Miguel Ángel en la época que empezó a pintar la bóveda de la Capilla Sixtina; esta relación queda reflejada en unos sonetos muy apasionados que Giovanni le dedicó.
Otro gran amor de Miguel Ángel fue el modelo Febo di Poggio, joven muy codiciado en aquel entonces no sólo por los artistas por su extremada belleza y sensualidad. La relación amorosa entre Buonarroti y Poggio fue tormentosa, pues el joven le era infiel, y el artista derrochó gran fortuna en el joven tratando de mantenerlo a su lado, sin embargo este idilio o fatal amor duro solamente dos años cuando Miguel Ángel cansado de sus infidelidades lo dejo por completo.
Otros amantes de Miguel Ángel pudieron haber sido su siervo y constante compañero Francesco Urbino; ​​Bartolommeo Bettini, a quien le entregó un dibujo de Venus y Cupido; y Quaratesi Andrea, un joven de 18 años de edad, con cuya familia vivió durante varios años. Existen pruebas epistolares que demuestran que Andrea por su parte estaba enamorado de Miguel Ángel, e incluso expresó su deseo de "andar a gatas" para encontrarse con el artista una noche en 1532. En la parte trasera de una carta a Andrea, Miguel Ángel escribe de sí mismo ser disparado por las flechas de Cupido.
Otro tórrido romance de Miguel Ángel lo protagonizó con otro de sus modelos, el guapo joven  Gherardo Perini que vino a trabajar con Miguel Ángel en torno a 1520, su amor floreció entre los años 1522-1525, y duró hasta mediados de la década de 1530. Con Perini, Miguel Ángel  fue feliz por un tiempo pero el joven empezó a escapársele en las noches y esto fue motivo de angustias para él.
Miguel Ángel en 1532 comenzó a cortejar a Tommaso Cavalieri, que era un joven noble de 17 años y por el cual quedó prendado de su extraordinaria belleza y de sus refinadas maneras. Su relación amorosa quedó a la posteridad en los sonetos que Miguel Ángel le escribió al joven y en sus tórridas cartas que se escribieron y que muchos estudiosos y eruditos las han catalogado como un apasionado amor platónico.

En el invierno de 1532, Miguel Ángel, con 57 años, viajó de nuevo a Roma llamado por el papa Clemente VII, que le encargó la ejecución de los frescos de las paredes frontales de la Capilla Sixtina representando el Juicio Final. Fue en ese entonces cuando conoció a Tommaso Cavalieri, y de inmediato se enamoró de él. Miguel Ángel lo amó con toda pasión, «infinitamente más que a ningún otro», según escribió el historiador Vasari.

No hay comentarios:

Publicar un comentario