miércoles, 29 de octubre de 2014

La monja alférez: un caso de transexualidad masculina en el siglo XVII.

Catalina Erauso, retrato atribuido a 
Juan van der Hamen, c. 1626.
Cuando nació en 1592 vieron un cuerpo de niña y la bautizaron como Catalina de Erauso. A muy corta edad fue internado en un convento, allí su carácter pendenciero le creó graves problemas. A los 15 años escapó disfrazado de mozo.
Su aspecto no era nada femenino, de hecho siempre adoptó nombres masculinos (Pedro, Francisco, Antonio...) llevó una vida acorde a ello. Entró al servicio en varias haciendas donde intentaba seducir a las doncellas y acababa peleándose con todos los mozos.
Al final marchó a América, recorrió el continente desde Cartagena de Indias hasta Chile, viéndose envuelto en multitud de reyertas. Ingresó como soldado en el ejército y participó en la Guerra del Arauco en 1623 donde alcanzó fama por su valor y valentía. Le llegaron a nombrar alférez. Tras muchas disputas y huir de una posible ejecución regresó a España donde Felipe IV le recibió y le otorgó el título de monja alférez. También visitó al Papa Urbano VIII quien le dio permiso de seguir vistiendo como hombre.
Gracias a sus memorias tenemos uno de los mejores casos documentados de transexualidad masculina. Se le describe como "una mujer" bastante varonil. Antonio de Erauso utilizaba un lenguaje masculino, con voz ronca y grave, con sus tonos varoniles y concisos. Además hablaba solamente en femenino en casos desesperados, momentos de suprema angustia, cuando tenía miedo y esperaba angustiosamente la muerte en el infierno.
Era de gran estatura y no muy agraciado físicamente, carecía de los caracteres sexuales femeninos típicos. Algunos autores afirman la desaparición de sus pechos desde muy joven debido a muchos remedios para secarlos y dejarlos llanos, parecidos a los de un hombre.

Tras escribir sus memorias en España regresó a México con el nombre de Antonio de Erauso. Allí como hombre libre se dedicó a sus negocios del transporte, muriendo en 1650 en Quitlaxtla (México).

miércoles, 22 de octubre de 2014

Caravaca de la Cruz homófoba

Cruz de Caravaca
            Es, además, una de las cinco ciudades santas del cristianismo, junto con Roma, Jerusalén, Santiago de Compostela y Santo Toribio de Liébana (Cantabria).
            Al parecer allí aún se estila eso de la lapidación en la, por otro lado, bella Caravaca de la Cruz.
            La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales, FELGTB, y el colectivo murciano No Te Prives han denunciado la agresión contra dos jóvenes homosexuales en Caravaca de la Cruz apedreados el pasado lunes a la salida de su instituto.
            En concreto, el vocal de comunicación de FELGTB, Rubén López, ha asegurado que la chica llegó a perder incluso la consciencia por una pedrada "y ella y su amigo están muy asustados por tener que volver a encontrarse en el instituto con sus agresores".


            Pues que sirva este post como pedrada a la ciudad de Caravaca de la Cruz (Murcia).

viernes, 17 de octubre de 2014

Vida amorosa de Michelangelo Buonarroti

El sueño. Miguel Ángel.
Miguel Ángel Buonarroti intentaba ocultar su homosexualidad bajo las teorías neoplatónicas del amor, y hacía grandes esfuerzos para obtener un equilibrio emotivo que pocas veces logró.
Su inclinación natural por la materia, por las formas físicas -era por encima de cualquier cosa, un escultor de cuerpos-, unida a su fascinación por todo lo joven y vigoroso, emblemas de la belleza clásica, lo llevaron a decantarse por la belleza humana y el amor más sensual hasta muy avanzada su vida. Esta conflictividad enriquecedora con la que el artista vivió su deseo carnal, también afloró en el enfrentamiento con una supuesta homosexualidad.
El artista mantuvo relación con diversos jóvenes, como Cecchino dei Bracci, por el que sentía un gran afecto. Cuando en 1543, Bracci falleció, Miguel Ángel le diseñó la tumba, en la iglesia de Santa María in Aracoeli de Roma, y encargó que la realizase su discípulo Urbino. También Giovanni da Pistoia, joven y bello literato, fue durante un tiempo íntimo amigo, y algunos estudiosos plantean que mantuviera una relación amorosa con Miguel Ángel en la época que empezó a pintar la bóveda de la Capilla Sixtina; esta relación queda reflejada en unos sonetos muy apasionados que Giovanni le dedicó.
Otro gran amor de Miguel Ángel fue el modelo Febo di Poggio, joven muy codiciado en aquel entonces no sólo por los artistas por su extremada belleza y sensualidad. La relación amorosa entre Buonarroti y Poggio fue tormentosa, pues el joven le era infiel, y el artista derrochó gran fortuna en el joven tratando de mantenerlo a su lado, sin embargo este idilio o fatal amor duro solamente dos años cuando Miguel Ángel cansado de sus infidelidades lo dejo por completo.
Otros amantes de Miguel Ángel pudieron haber sido su siervo y constante compañero Francesco Urbino; ​​Bartolommeo Bettini, a quien le entregó un dibujo de Venus y Cupido; y Quaratesi Andrea, un joven de 18 años de edad, con cuya familia vivió durante varios años. Existen pruebas epistolares que demuestran que Andrea por su parte estaba enamorado de Miguel Ángel, e incluso expresó su deseo de "andar a gatas" para encontrarse con el artista una noche en 1532. En la parte trasera de una carta a Andrea, Miguel Ángel escribe de sí mismo ser disparado por las flechas de Cupido.
Otro tórrido romance de Miguel Ángel lo protagonizó con otro de sus modelos, el guapo joven  Gherardo Perini que vino a trabajar con Miguel Ángel en torno a 1520, su amor floreció entre los años 1522-1525, y duró hasta mediados de la década de 1530. Con Perini, Miguel Ángel  fue feliz por un tiempo pero el joven empezó a escapársele en las noches y esto fue motivo de angustias para él.
Miguel Ángel en 1532 comenzó a cortejar a Tommaso Cavalieri, que era un joven noble de 17 años y por el cual quedó prendado de su extraordinaria belleza y de sus refinadas maneras. Su relación amorosa quedó a la posteridad en los sonetos que Miguel Ángel le escribió al joven y en sus tórridas cartas que se escribieron y que muchos estudiosos y eruditos las han catalogado como un apasionado amor platónico.

En el invierno de 1532, Miguel Ángel, con 57 años, viajó de nuevo a Roma llamado por el papa Clemente VII, que le encargó la ejecución de los frescos de las paredes frontales de la Capilla Sixtina representando el Juicio Final. Fue en ese entonces cuando conoció a Tommaso Cavalieri, y de inmediato se enamoró de él. Miguel Ángel lo amó con toda pasión, «infinitamente más que a ningún otro», según escribió el historiador Vasari.

martes, 7 de octubre de 2014

Francesco Melzi, el otro "querido" de Leonardo da Vici

Retrato de perfil del Leonardo.
Francesco Melzi. 1510
Giovanni Francesco Melzi (1493 – 1572/73?) fue un pintor italiano del Renacimiento, alumno de Leonardo daVinci. Fue un artista de gran talento que trabajó como secretario y ayudante de Leonardo, quien en sus últimos años no podía usar sus manos.
Melzi perteneció a una noble pero empobrecida familia milanesa. El joven Francesco entró a formar parte de la casa de Leonardo da Vinci hacia 1507.
El cariz de su relación personal con Leonardo no está del todo claro, aunque parece que desplazó un tanto de su posición de favorito al díscolo Salai. Vasari insinúa un posible amor homosexual entre discípulo y maestro. No obstante, hay que mencionar que tras la muerte de Leonardo, Francesco se casó con una bella dama milanesa, Angiola Landriani, con la que tuvo nada más y nada menos que ocho hijos.
Su personalidad artística nos es en gran medida desconocida. Muy pocas obras pueden serle adjudicadas con alguna seguridad, aunque su participación en la producción tardía del taller de Leonardo fue notable.
Además de algunas pinturas, lo más notable de su producción consiste en una serie de dibujos de excepcional calidad, como el Retrato de Leonardo da Vinci que se conserva en el Castillo de Windsor.

A la muerte de Leonardo, Melzi heredó buena parte de las obras artísticas y científicas y colecciones de Leonardo, y administraría lealmente la herencia. Muchos de los dibujos de Leonardo nos son conocidos gracias a las copias que Melzi realizó de su propia mano, siendo en muchos casos el único testimonio que nos ha llegado de ellos cuando los diseños originales no han sobrevivido. 

lunes, 6 de octubre de 2014

Salai, el "querido" de Leonardo

Monna Vanna. 1515. Salai.
Gian Giacomo Caprotti da Oreno, llamado Salai o Salaino (1480-1524), fue un pintor renacentista italiano, discípulo y ayudante de Leonardo da Vinci.
En 1490, estando en Milán, Leonardo tomó a su servicio a Gian Giacomo Caprotti da Oreno.
Un año más tarde el propio Leonardo lo califica de "ladrón, embustero, obstinado, glotón". Leonardo anota las fechorías del pequeño, sus travesuras y sus pequeños hurtos. Este es el inicio de la relación más duradera y estable de la vida de Leonardo, pues Salai vivió 25 años junto al maestro.
Tiempo después empezó a referirse a él como "Salai", nombre de un diablo, personaje del Morgante de Luigi Pulci.
Salai siempre fue presentado como el discípulo predilecto del maestro. En las pocas obras que se conservan de su mano se aprecia su estilo correcto, de eficaz imitador, pero muy distante de la sensibilidad y delicadeza de Leonardo. Se le atribuye un retrato de Lisa del Giocondo desnuda, conocido como Monna Vanna, pintado en 1515 con el nombre de Andrea Salai.
Se ha especulado mucho sobre la naturaleza de la relación entre maestro y discípulo, si tuvo o no un componente sexual y a partir de qué momento, dado que entró al servicio de Leonardo siendo un niño. El retrato que hace Lomazzo de la relación de Leonardo con Salai como homosexual ha encontrado apoyo en la naturaleza homoerótica de la pintura de Leonardo Juan el Bautista para la que Salai parece haber sido el modelo.
Cuando Leonardo desea reproducir un tipo físico hermoso acude a los rasgos de Salai, sobre todo a su perfil característico, de nariz recta, frente y mentón redondeados y cabellera rizada y abundante. Es el prototipo de rostro angélico y andrógino, ya que los rasgos del muchacho eran algo femeninos.
Varios dibujos de Leonardo son representaciones muy eróticas del mismo hombre joven. El nombre de Salaino aparece también (tachado) en la parte posterior de un dibujo erótico del artista, El ángel encarnado. Es visto como una variación humorística de su obra principal, San Juan Bautista.
Salai siguió a Leonardo cuando tuvo que irse de Milán tras la toma por los franceses, y en sus viajes por toda Italia, así como su marcha final a Francia. No obstante, Salai acabó volviendo a Italia en 1518. Regresó a Milán. Leonardo al morir en 1519 le legó una buena parte de su herencia, incluyendo La Gioconda.
Al poco tiempo Salai se casó con una mujer llamada Bianca. Murió el 19 de enero de 1524, en una riña.

Sólo a principios del siglo XX se reconstruyó la verdadera identidad de Salai, gracias a la investigación de Gerolamo Calvi y de Luca Beltrami, actualizada y confirmada posteriormente por otros estudiosos. 

viernes, 3 de octubre de 2014

La vida privada de Leonardo da Vinci

El ángel encarnado. Dibujo a carboncillo
claramente relacionado con la pintura
San Juan Bautista.
Por lo que sabemos acerca de su vida parece haber sido reservado sobre sus relaciones más íntimas. Sin embargo, la evidencia de las relaciones personales de Leonardo se desprende de los registros históricos y de los escritos de sus muchos biógrafos, cuya disposición a debatir los aspectos de su identidad sexual ha variado de acuerdo a las actitudes contemporáneas. Su biógrafo casi contemporáneo Vasari describió dos hermosos hombres jóvenes como 'queridos' de Leonardo en varios puntos de su vida. En el siglo XX los biógrafos hicieron referencia más explícita a la homosexualidad de Leonardo, aunque otros concluyeron que gran parte de su vida fue célibe.
Los detalles biográficos más abiertos sobre la vida personal de Leonardo son registros de la corte florentina que muestran que Leonardo fue acusado de sodomía en una denuncia anónima en Florencia en abril de 1476. La denuncia se presentaba contra Jacopo Saltarelli, aprendiz de orfebre y miembro de una conocida familia florentina, quien podría haber servido como modelo ocasionalmente en el taller de Verrochio.
San Juan Bautista. Leonardo da Vinci.
Salai fue el modelo.
La denuncia fue desestimada ante la ausencia de testigos. La sodomía era teóricamente un delito extremadamente grave, con pena de muerte, pero igual de difícil de probar. También era un delito por el que rara vez se dictaba castigo en la Florencia de esa época, donde la homosexualidad estaba suficientemente extendida y tolerada. Las falsas denuncias eran muy comunes en ese tiempo, especialmente a través de denuncias anónimas por los enemigos. Éste puede haber sido el caso aquí. En su larga carrera después de salir de Florencia, no tuvo cargos adicionales.
Elizabeth Abbott, en su Historia del celibato, sostiene que aunque Leonardo era probablemente homosexual, el trauma del caso de la sodomía lo convirtió al celibato para el resto de su vida.
El adulto Leonardo tenía pocas relaciones cercanas con mujeres y nunca se casó. Sus numerosos dibujos anatómicos incluyen solo dos obras detalladas sobre los órganos reproductores femeninos, una de ellas extrañamente distorsionada. Pero David M. Friedman argumenta que ésta no es prueba de una pérdida de la sexualidad, sino más bien de la falta de interés por las mujeres. Argumenta que los cuadernos de Leonardo revelan una preocupación por los hombres y la sexualidad sin interrupción y está de acuerdo con el historiador de arte Kenneth Clark que opina que Leonardo nunca perdió su sexualidad.
Serge Bramly también señala que "el hecho de que Leonardo advierta contra la lujuria ciertamente no quiere decir que él fuese casto." Michael White, en Leonardo: el primer científico dice que es probable que el juicio simplemente haya hecho a Leonardo más cuidadoso y defensivo con sus relaciones personales y su sexualidad, pero no lo disuadió de intimar con hombres: "siempre habrá una pequeña duda de si Leonardo se mantuvo como homosexual practicante."
Los registros muestran que, después del juicio, Leonardo tuvo dos largas asociaciones duraderas con hombres jóvenes: sus alumnos Gian Giacomo Caprotti da Oreno, apodado Salai (el demonio), que entró en su casa en 1490 a la edad de 10 años. Y el conde Francesco Melzi, hijo de un aristócrata de Milán, que se convirtió en aprendiz de Leonardo en 1506 con quince años. Otras relaciones con un hombre desconocido llamado Fioravante di Domenico y un halconero joven, Bernardo di Simone, se sugieren en la biografía de Michael White, pero las relaciones con el Salai y Melzi fueron las de mayor duración.
Vasari describe a Salai como "un joven elegante y hermoso con el pelo bien rizado" y su nombre aparece (tachado) en la parte posterior de un dibujo erótico del artista, El ángel encarnado; redescubierto en 1991 en una colección alemana, dentro de una serie de dibujos eróticos de Salai y otro que estuvo en la Colección Real Británica, y es posiblemente un apunte humorístico sobre su San Juan Bautista. "El pequeño demonio" vivió a la altura de su apodo; inmediatamente después de entrar al servicio de Leonardo robó el dinero que le había dado para ropas, también un trozo de cuero turco con el que Leonardo pensaba hacerse unas botas y que vendió para comprarse golosinas. Un año después de acogerlo en su casa Leonardo hizo una lista de las faltas del niño, llamándolo "ladrón, mentiroso, terco, y glotón". En un año había comprado veinticuatro pares de zapatos y nada le gustaba tanto como vagabundear por las calles. Pero, a pesar de los robos de Salai y de todas sus imperfecciones, Leonardo lo mantuvo a su lado como modelo, criado y asistente hasta 1516.

Veinte años más tarde el conde Melzi fue el compañero de Leonardo, mucho más tranquilo, aunque tal vez menos emocionante. Fue él y no Salai, quien acompañó a Leonardo en sus últimos días en Francia. Melzi posteriormente desempeñó un importante papel como guardián de los cuadernos de Leonardo y los preparó para su publicación en la forma prescrita por su maestro. 

miércoles, 1 de octubre de 2014

Sandro Botticelli, acusado de sodomía en 1502

La Primavera (1481-82) Sandro Botticelli
En el año de 1445, en el florentino barrio de Santa María Novella, muy próximo a la iglesia de Ognissanti, en el seno de una familia de curtidores de pieles, vino al mundo el que con el tiempo habría de ser uno de los pintores más famosos de su época, conocido con el nombre de Sandro Botticelli.
El hermano mayor de Alessandro, Giovanni, que se ganaba la vida como corredor de comercio, había sido apodado como botticello (en italiano, tonel, botijo o barrilete). Lo más probable es que el mote se debiera a su aspecto rechoncho, ya que era bajito y gordo, aunque también hay quien insinúa que realmente se lo habían puesto por su extraordinaria afición al vino. En cualquier caso, cuando su padre, pensó en alejar al pequeño y enfermizo Sandro de su insano taller de curtidor, y lo puso en manos de su hermano Giovanni el botticello, el mote se le traspasó también a él, aunque aplicándole el diminutivo botticelli. Vasari, en su Vida de los mejores arquitectos, pintores y escultores italianos discrepa en este punto, y escribe que el mote en realidad, lo heredó de otro de sus hermanos, Antonio, que era orfebre.
No se conoce amor concreto de Botticelli, ni alusión a excesos sentimentales. No se casó nunca.

Vasari le describe como "muy agradable y bien parecido, y que siempre tenía diversión en su taller, dónde continuamente estaban muchos jóvenes, los cuales mucho se bromeaban y retaban". Vasari relata una de estas bromas, bastante pesada por cierto, ya que acusaba a un amigo suyo nada menos que de herejía. Seguramente, ese trato continuo con jóvenes fue una de las bases sobre la que se gestó su fama de homosexual y sobre la que se formuló la denuncia anónima de homosexualidad que recibió en 1502, y de la que salió libre. Algo parecido a lo que le ocurrió también a Leonardo da Vinci. Este tipo de acusaciones no era ninguna tontería, ya que aunque en la Florencia del Quattrocento la homosexualidad no era extraña (los alemanes llegaron a utilizar el término florenzer, florentino, para designar al sodomita), no dejaba de ser un delito grave, punible con la muerte y castigado con la hoguera, al menos en teoría porque casi nunca llegó a aplicarse.