lunes, 20 de julio de 2015

Entre 1567 y 1616 se quemaron públicamente a 71 personas por sodomía en Sevilla.

Felipe, príncipe de Asturias, por
Tiziano, 1551.
Felipe II empeoró la situación de los homosexuales en España con su Pragmática de 1592, en la que, si bien no agrava las condenas que ya habían impuesto sus bisabuelos los Reyes Católicos, sí facilita los requerimientos de evidencia necesarios para la instrucción: a partir de ese momento un testigo basta.
Estas sentencias eran realizadas tanto por la corte en Madrid como por juzgados municipales como fue el caso en Málaga o Sevilla. Así por ejemplo entre 1567 y 1616 se quemaron públicamente a 71 personas por sodomía en Sevilla. En general, en la Corona de Aragón y Andalucía eran más laxos que en Castilla en la persecución de la homosexualidad. Incluso hay indicios de un gueto homosexual en Valencia.
Durante este siglo XVI, se debe resaltar que en el caso de las mujeres lesbianas algunos moralistas (por ejemplo, Antonio Gómez) señalaban que la sodomía entre mujeres mediante la utilización de un objeto era merecedora de hoguera, mientras que si no había objeto podía considerarse un atenuante que hiciera innecesaria la pena de muerte. Sin embargo, pocos eran los casos conocidos de sodomía entre mujeres sin el uso de un objeto. Un caso famoso fue el de Catalina de Belunza y Mariche, acusadas por el Fiscal General de San Sebastián de sodomía, y absueltas por el Tribunal Supremo Inquisitorial de Madrid tras la apelación.

[...] penetrarse entre sí como lo harían un hombre y una mujer desnudas, en la cama, tocándose y besándose, la una encima del vientre o la panza de la otra, un crimen que habían perpetrado en numerosas y diversas ocasiones.


Acusación del Fiscal General de San Sebastián en el caso de Catalina de Belunza y Mariche.

miércoles, 15 de julio de 2015

Historia de la homosexualidad en España. La Edad Moderna. El pecado "nefando", el pecado que no se puede nombrar.

Quema del caballero de Hohenburg y su sirviente
delante de la muralla de Zürich por sodomía, 1482.
A partir del siglo XIV comienzan las primeras persecuciones y ejecuciones en masa de homosexuales en Europa, en ciudades como Venecia, Florencia, Ratisbona, Augsburgo y Basilea. Sin embargo, en Castilla, los primeros ajusticiamientos por sodomía, no se darían hasta 1495. Jerónimo Muntzer, que visitó la península ibérica entre 1494 y 1495, contó que se colgaba de los pies a los acusados de sodomía, se les castraba y a continuación se les ataban los testículos al cuello.
Los Reyes Católicos cambiaron el castigo que correspondía a los reos del que se consideraba como el peor de los delitos contra la moralidad —de ahí que fuera conocido como el pecado "abominable" o "nefando" (el "pecado que no se puede nombrar")— y que hasta entonces había sido la castración y la lapidación. Una pragmática del 22 de agosto de 1497 ordenó que se les aplicara el castigo que era más usual en el resto de estados europeos —ser quemado vivo—, junto con la confiscación de sus bienes.
Así pues, los Reyes Católicos con la promulgación de la Pragmática de 1497 modificaron y endurecieron las leyes sobre la sodomía al elevar la gravedad del crimen al nivel de la herejía y la traición, instituyendo la tortura sistemática incluso para el clero y la nobleza.

Ley I. D. Fernando y Dña Isabel en Medina del Campo a 22 de agosto de 1497. Pena del delito nefando; y modo de proceder a su averiguacion y castigo.
Porque entre los otros pecados y delitos que ofenden a Dios nuestro Señor, e infaman la tierra, especialmente es el crimen cometido contra orden natural; contra el que al las leyes y derechos se deben armar para el castigo deste nefando delito, no digno de nombrar, destruidos de la orden natural, castigado por el juicio Divino; por el qual la nobleza se pierde, y el corazón se acobarda [...] y se indigna a dar a hombre pestilencia y otros tormentos en la tierra ...] y porque las antes de agora no son suficientes para estirpar, y del todo castigar tan abominable delito [...] y en quanto en Nos sera refrenar tan maldita macula y error [...]
mandamos, que cualquier persona, de cualquier estado, condicion, preeminencia o dignidad que sea, que cometiere el delito nefando contra naturam seyendo en el convencido por aquella manera de prueba, que segun Derecho es bastante para probar el delito de heregia o crimen laesae Majestatis, que sea quemado en llamas de fuego en el lugar, y por la Justicia a quien pertenesciere el conoscimiento y punicion del tal delito [...] y sin otra declaracion alguna, todos sus bienes así muebles como raíces; los cuales desde agora confiscamos, y habemos por confiscados y aplicados a nuestra Camara y Fisco [...]
Reyes Catolicos Premática sobre el pecado nefando.

Archivo General de Simancas Leg. 1, num. 4; Titulo XXX. De la sodomía y bestialidad

viernes, 10 de julio de 2015

Enrique IV de Castilla, el rey sodomita que perdió el trono por ser incapaz de engendrar un heredero.

Enrique IV de Castilla.
Miniatura de un manuscrito. Siglo XV.
El hijo de Juan II, Enrique IV de Castilla, también fue homosexual. En la época circulaban numerosos rumores y críticas sobre sus devaneos con hombres, como los que tuvo con Juan Pacheco o Gómez de Cáceres, e incluso hubo unos pocos que huyeron de la corte para evitar los avances del rey, como Miguel de Lucas o Francisco Valdés.
Aunque la homosexualidad del hijo y sucesor de Juan II, Enrique IV, era evidente, fue la imposibilidad de engendrar un heredero lo que, al convertirse en asunto de estado, dio al traste con su reinado.
Enrique IV se casó en primeras nupcias con Blanca de Navarra, a quien repudió por estéril, para esconder lo que en realidad era incapacidad suya para consumar con ella el acto sexual. Con su segunda esposa, Juana de Portugal, mujer de una belleza embriagadora, las cosas no solo no cambiaron, sino que fueron a peor. Según cuentan las crónicas, sobre todo la de Alonso de Palencia, Enrique rozaba el ridículo en su afán de mostrar a sus fieles vasallos cuánto se esforzaba por complacer, sin conseguirlo, a su adorada, aunque no deseada, esposa. Se hacía azotar en las nalgas o se untaba ungüentos abrasivos en los genitales mientras intentaba cumplir con sus preceptos maritales. Incluso mandó traer de Italia a unos embaucadores que le indicaban realizar posturas coitales más propias de un artista circense. Pero todo era inútil.
Cuando, al fin, la reina Juana quedó embarazada de una niña, las facciones contrarias al rey se negaron a admitir que fuera hija legítima de Enrique IV. También corrieron la noticia de que el padre de la criatura no podía ser aquel rey impotente y sodomita, sino Beltrán de la Cueva, un valido por quien el monarca bebía los vientos y que frecuentaba los rincones más íntimos de palacio. De esta forma, Beltrán se convierte en el hombre bisagra del reino, ya que, a la fuerte relación personal que tenía con Enrique se unía la familiaridad con que era tratado por la reina. Dicho de otro modo, y como cantaban los juglares de la época, la pareja real formaba con Beltrán de la Cueva un trío de lo más compenetrado, en el que el valido repartía sus desvelos a partes iguales entre la pareja real.

Enrique IV acabará siendo destronado, lo que propició el ascenso al trono de su hermana Isabel la Católica, ante la negativa de la mayoría de la nobleza castellana a reconocer la legitimidad de la joven heredera, que pasará a la posteridad como Juana la Beltraneja, en alusión a su supuesta paternidad. El mismo monarca aceptó a su hermana Isabel como legítima heredera al trono en el Pacto de los Toros de Guisando, aunque luego se retractara de haberlo hecho.

miércoles, 8 de julio de 2015

Álvaro de Luna

Retablo del Maestro de los Luna en la
capilla de Santiago en la Catedral de Toledo.
La tabla está pintada en 1488.
Álvaro de Luna era hijo bastardo de un noble aragonés. Siendo paje de la corte castellana, ascendió de tal manera que pronto llegó a ser el personaje más influyente en el rey Juan II y, por ende, en toda Castilla. Además de astuto, era un seductor nato. Su atractivo físico encandilaba tanto a hombres como a mujeres. Por si esto no fuera suficiente, se metió en el bolsillo a la reina madre, abanderando a los partidarios del monarca, en pugna constante frente a la nobleza castellana. Y, lo más importante de todo, se ganó a pulso el amor de su pupilo, el joven y débil Juan II, que al quedar huérfano, aprendió de él todo lo que un rey debía saber por aquel entonces, incluyendo los goces de la carne.

martes, 7 de julio de 2015

Juan II (1405-1454) y Álvaro de Luna formaron la pareja masculina de amantes más famosa de todo el medievo hispano.


Tumba de Juan II de Castilla.
Cartuja de Miraflores, Burgos.
Otro homosexual de estirpe real fue Juan II de Castilla. Parece que la relación con su ayo y protector Álvaro de Luna pudo ser carnal, como sospechaba Marañón. Don Álvaro, que era conocido por su buen porte, llegó a tener tanta influencia sobre el rey que fue nombrado condestable de Castilla en 1422 a pesar de la oposición de la nobleza. La relación con don Álvaro se fue enfriando por presiones de la familia y la nobleza, hasta que en 1453 firmó su sentencia de muerte. La homosexualidad del rey parece que era conocida, ya que los nobles alzados lo llamaban «puto», sinónimo de sodomita.
A mediados del siglo XIV la Península Ibérica había dejado de ser algo parecido a un puzzle de pequeños reinos, para quedar reducida a cuatro reinos cristianos, Castilla, Aragón, Navarra y Portugal, y uno musulmán: la Granada islámica. La Casa de Trastámara se instala en Castilla con Enrique II.
Juan II de Castilla es bisnieto de este Enrique II y padre de Isabel la Católica. Hechas las aclaraciones de ascendencia y descendencia vamos al meollo.
Sin duda, Juan II y su valido Álvaro de Luna formaron la pareja masculina de amantes más famosa de todo el medievo hispano. La ejecución de Don Álvaro, urdida por Isabel de Portugal, esposa del monarca y madre de la que llegaría a ser Isabel la Católica, se interpreta a la luz de los siglos venideros, como un episodio simbólico de represión contra la sodomía. Acusar a alguien de sodomita era una de las mejores maneras de quitárselo de en medio.
Que Juan II de Castilla y su valido Álvaro de Luna tuvieron una relación que traspasó la línea de la política, adentrándose en lo sentimental, es algo que ya adivinara Gregorio Marañón en su Ensayo biológico sobre Enrique IV de Castilla, escrito en 1930. Por encima de todo ello, Álvaro fue un personaje clave en los episodios históricos que tuvieron lugar durante el siglo XV, en los albores de un tiempo que anunciaba la construcción de España como nación.
El dolor y el arrepentimiento por haber firmado la sentencia que acabó con la vida de Álvaro de Luna precipitaron el final de Juan II, quien un año después murió para reunirse con su adorado valido, amigo, maestro y también amante. Poco antes había llegado a decir:

"Naciera yo hijo de un labrador e fuera fraile del abrojo, que no rey de Castilla".

viernes, 3 de julio de 2015

Jaime de Aragón (1296-1334). Homosexual y cristiano.

Jaime II de Aragón, padre del infante
Jaime de Aragón.
Retrato pintado por Manuel Aguirre y Monsalbe.
Uno de los primeros homosexuales conocidos en los reinos cristianos fue el infante Jaime de Aragón, primogénito de Jaime II de Aragón.
Desde niño estaba previsto su matrimonio con Leonor de Castilla, hermana del rey Alfonso XI de Castilla. Sin embargo, en 1319, Jaime le comunicó a su padre que renunciaba a la corona, a casarse y que se dedicaba a la vida religiosa. Tras muchas discusiones, consiguieron convencerlo y se casó en Gandesa el 18 de octubre de 1319 con Leonor. Sin embargo, en cuanto terminó la ceremonia, Jaime renunció a la corona en las Cortes generales de Aragón convocadas en Tarragona a favor de su hermano Alfonso IV de Aragón y el 23 de diciembre de ese mismo año ingresó en el monasterio de frailes menores. La historia no le perdona su decisión y lo retrata como libertino irresponsable, deshonesto y de viles y bajos pensamientos.

Numerosos historiadores han hecho hincapié en las supuestas debilidades mentales del infante Jaime, así como de sus cambios de humor, su depravación, su homosexualidad, cualidades todas unidas a una extrema religiosidad y deseos temporales de volver a ocupar el puesto que le correspondía como heredero de la corona a la que renunció por el deseo de ingresar en un monasterio. Es evidente, pues, que poseía una personalidad excesivamente compleja.

miércoles, 1 de julio de 2015

El proceso de los templarios: ejemplo del empleo de la homosexualidad como arma política.


Ilustración de un manuscrito medieval en el
que se acusa a los templarios de sodomía.
A comienzos del siglo XIV tuvo lugar uno de los juicios más famosos y escandalosos de la Edad Media. Todos los miembros de una prestigiosa orden militar internacional, la Orden de los Templarios, fueron acusados por la monarquía francesa de los delitos que más asustaban a la sociedad europea de la época: apostasía, idolatría y sodomía. Como es bien conocido, el resultado final del proceso fue la disolución de la Orden por el papa Clemente V en el transcurso del concilio de Vienne en 1312. El propio maestre de la Orden, Jacques de Molay, terminó siendo quemado en la hoguera en 1314.
Desde fines del siglo XIX la mayor parte de la historiografía se decanta por considerar que los templarios eran claramente inocentes de los cargos que se les imputaban.
Esto fue lo que pasó.
Las constantes luchas entre cristianos y musulmanes en Tierra Santa durante los siglos XII y XIII trajeron como consecuencia la pérdida sucesiva de los territorios cristianos y posesiones templarias en este lugar. La pérdida del último baluarte cristiano en Tierra Santa, San Juan de Acre, a manos de los musulmanes supuso el comienzo del fin de las órdenes religioso-militares. El Gran Maestre del Temple pasó a residir, por un tiempo, en la vecina isla de Chipre, para trasladarse más adelante a Francia.
La importancia económica de la orden, así como de su estratégica red de castillos, provocó que el rey de Francia acusase a la Orden de herejía, idolatría, sodomía entre otros abusos ignominiosos, y vio en ella una posible fuente económica que lo sostuviera en el trono. Así mismo, si anulaba el poder militar de la Orden creía que así vería reforzado el propio poder real.

En octubre de 1307 actuó por sorpresa haciendo encarcelar 138 caballeros y exigiendo al propio Papa Clemente V, al cual le había hecho trasladar la corte a Aviñón, que actuase contra la orden. A finales del mes de octubre envió cartas al rey de la Corona de Aragón, Jaime II, incitando a que actuase contra los templarios en su territorio. Al principio el monarca se opuso, pero a medida que se iban conociendo las confidencias de culpabilidad arrancadas a los templarios franceses mediante torturas, tuvo que ceder ante la presión de un nuevo poder que se había creado dentro de la misma iglesia: la Inquisición.