lunes, 29 de junio de 2015

EE.UU. legaliza el matrimonio homosexual.

El Supremo de Estados Unidos ha dictaminado que el matrimonio homosexual está protegido por la Constitución. El fallo, de cinco jueces a favor y cuatro en contra, termina con las prohibiciones a estas uniones en todo el país. De esta manera y desde el pasado viernes 26 de junio de 2015, el matrimonio homosexual es un derecho constitucional en Estados Unidos, obligando a los trece estados del país que aún lo prohibían a permitir que las personas del mismo sexo puedan unirse legalmente. La decisión de los nueve jueces que conforman el Alto Tribunal se dirimió por cinco votos a favor de la legalización y cuatro en contra.
El fallo no entrará en vigor de inmediato, porque la Corte, máxima instancia judicial del país, otorga al demandante que ha perdido el caso aproximadamente tres semanas para solicitar una reconsideración.
La decisión judicial aludía a los estados de Kentucky, Michigan, Ohio y Tennessee, donde se define el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer. Esos estados no han permitido que las parejas del mismo sexo se casen dentro de sus fronteras y también se han negado a reconocer los matrimonios válidos en otros estados del país.
Cientos de personas se han agolpado en las inmediaciones de la Corte Suprema, en el centro de Washington, para celebrar la decisión de los jueces.

Barack Obama no tardó en celebrar la noticia en Twitter. "Es un gran paso hacia la igualdad. Las parejas de gays y lesbianas ahora tienen derecho a casarse, como todos los demás. El amor gana", dijo el presidente estadounidense.

viernes, 26 de junio de 2015

Las Siete Partidas de Alfonso X El Sabio


Una de las páginas de Las Siete Partidas de
Alfonso X El Sabio.
Siglos XIII -XIV
La invasión musulmana en 711 y las preocupaciones de la Reconquista dejaron la homosexualidad fuera de las prioridades de los gobernantes durante unos cuantos siglos. La Iglesia seguía insistiendo en la maldad de este pecado y constan algunas condenas aisladas por parte de las autoridades eclesiales, pero no fue hasta la época de Alfonso X El Sabio (1221-1284) que la homosexualidad se volvió a incluir en un texto legal.
Las Siete Partidas, además de ser un código de una importancia esencial para la España moderna, mencionaba específicamente las calamidades que Dios podía enviar si se permitía la homosexualidad:

“E debese guardar todo ome deste yerro, proque nacen del muchos males, e denuesta, e deffama asi mismo el q[ue] lo faze […] por tales yerros embia nuestro señor Dios sobre la tierra, hambre e pestilencia, e tormentos, e otros males muchos que non podria contar.”

Es en la Partida séptima de esta nueva legislación donde se establece la pena de muerte tanto para el activo como para el pasivo, a menos que este último hubiera sido forzado, o fuera menor de catorce años. Se establecía la misma pena para el bestialismo, estableciendo además que también se debía matar al animal, “para amortiguar la remembranza del hecho”. La ley establecía que cualquiera del pueblo podía denunciar la sodomía ante el juez, que decidía si eran hechos probados.

jueves, 25 de junio de 2015

Historia de la homosexualidad en España. La Edad Media cristiana.


La Reconquista reintrodujo la moral cristiana en la sociedad española, sin embargo, hasta la llegada de los Reyes Católicos hubo una tolerancia relativa, sobre todo entre las clases más pudientes. Paradójicamente, mientras los musulmanes del siglo XII criticaban la afición del clero cristiano por la sodomía, la cultura cristiana consideraba a los musulmanes del sur, como blandos, débiles y degenerados, ejemplificado en el uso de prisioneros cristianos como esclavos sexuales. El ejemplo más conocido era el del mártir San Pelayo, que fue ejecutado por resistirse a los avances de Abderramán III.
El tono, que había sido relativamente liberal hasta el siglo XI, comenzó a cambiar durante el siglo XII. San Raimundo de Peñafort define el término «contra natura» y dice que toda práctica sexual que no está realizada por un hombre y una mujer usando los órganos apropiados «deben ser rechazadas y, si no castigadas, deben ser condenadas severamente como un pecado». Se comienzan a confundir la usura, la herejía, el judaísmo y la sodomía y aparecen entre 1250 y 1300 las primeras leyes que condenan la sodomía a la pena de muerte en casi toda Europa. No existen muchas pruebas de que esas leyes se llegaran a utilizar de forma extensa, pero se emplearon como arma política.
Las únicas evidencias que se conocen corresponden al Reino de Navarra. En 1290 se quemó a un moro en Arguedas por «yacer con otros». En 1345 se quemó a Juce Abolfaςa y Simuel Nahamán, dos judíos de Olite, por cometer el pecado sodomítico. Los presos fueron torturados para obtener las confesiones, acompañados al lugar de la quema por un cortejo de 20 personas, mientras que un músico tocaba el añafil. En 1346 ardió un tal Pascoal de Rojas en Tudela por «herejía con su cuerpo». Finalmente se sabe del caso de un sirviente de 1373 que fue descubierto cometiendo sodomía con otro sirviente.

En el siglo XIII, las SietePartidas de Alfonso X el Sabio aplicaban la pena de muerte a los pecados contra natura. Las Partidas incorporaban elementos del Código de Justiniano, que ya condenaba la homosexualidad.

martes, 23 de junio de 2015

Poesía homoerótica hispanojudía


Copero (miniatrura) de Reza Abbasi.
Siglo XVI o XVII. El copero es una
figura que reúne las temáticas báquica
y homoerótica de la poesía medieval
de al-Ándalus, tanto en la tradición
árabe como en la hebrea.
Dentro del esplendor medieval de la cultura judía se ha descubierto, gracias a los estudios de Jefim Schirmann y Norman Roth, que el homoerotismo y la homosexualidad tuvieron una gran importancia dentro de la sociedad judía de la época. La cultura judía ibérica tuvo su cumbre durante el siglo XI en el reino de Granada, época en la que la homosexualidad se extendió de tal forma entre la aristocracia, que se puede hablar de que era algo habitual. De hecho, en la cultura cristiana y durante siglos XIII al XV y hasta el siglo XVII, se asimilaba el judaísmo con la perversión sexual y la homosexualidad, como testimonia la poesía satírica de la época.
Los judíos en al-Ándalus vivían usualmente en armonía con sus vecinos musulmanes, con los que disfrutaban de una cultura compartida; de modo natural tomaban parte de las fiestas que se alargaban toda la noche, bebiendo vino junto a los hombres musulmanes, disfrutando de las cantantes, los bailarines y coperos que servían el vino. Muchos de ellos amaban tanto a muchachos como a mujeres, y aunque usualmente estaban casados, mantenían relaciones sexuales con jovencitos, lo que no era en absoluto condenado o considerado como una degeneración. No sólo eran abundantes, entre musulmanes y judíos, los placeres homosexuales en todo al-Ándalus, sino que eran estimados como más refinados que los heterosexuales entre los acomodados y cultos; al parecer, han sobrevivido datos que permiten saber que a principio del siglo XII los prostitutos sevillanos cobraban más y tenían una clientela de clase más elevada que sus colegas femeninas, cuya clientela estaba formada por la plebe urbana y especialmente los campesinos que llegaban a la ciudad a hacer sus compras.

La poesía homoerótica hispanojudía tuvo una extensión poco conocida debido a estar escrita en hebreo en su mayoría y a que gran parte está sin traducir. Los autores, que declaran su amor tanto a muchachos como a hombres adultos, eran incluso importantes líderes de la comunidad o rabinos como es el caso de Ibn Gabirol, Samuel ha-Naguid, Moisés Ibn Ezra y Judah ha-Levi.

jueves, 18 de junio de 2015

El collar de la paloma

Sello de España de 1986.
Representa la figura de Ibn Hazm.
El collar de la paloma o Tawq al-hamāma es una obra en prosa del siglo XI escrita en lengua árabe por Ibn Hazm. Se trata de un libro de reflexiones sobre la verdadera esencia del amor intentando descubrir lo que tiene de común e inmutable a través de los siglos y las civilizaciones de influencia neoplatónica, que fue llamado "amor udrí", incluyendo detalles autobiográficos y documentales.
Constituye también una antología poética de tema amoroso, pues está empedrado de composiciones elegantes y refinadas. Se exponen en ella diversos aspectos de la experiencia amorosa, por lo que constituye un testimonio de primera mano de la vivencia del amor en al-Ándalus durante el gobierno de la dinastía omeya.

Fue escrito en Játiva hacia 1023.

lunes, 15 de junio de 2015

Poesía homoerótica hispanoárabe


Portada del libro de poemas
El collar de la paloma
publicado por Hiperión en 2010
Las noticias que se conservan sobre la homosexualidad en Al-Ándalus son pocas. La mayoría de la información proviene de la poesía homoerótica hispanoárabe, que fue tan popular como sus equivalentes de Próximo Oriente. Esta poesía fue redescubierta en occidente en la década de 1920, con la publicación del estudio Poemas arabigoandaluces de Emilio García Gómez.
Habitualmente se dedicaba a jóvenes imberbes de clases inferiores, esclavos o cristianos, cuya belleza y gracia se alababa en verso, aunque existen bastantes casos de poemas dedicados entre hombres adultos. Los jóvenes suelen nombrarse como «gacela» o «corzo» y se habla a menudo sobre el bozo, la primera pelusilla de la barba, con el que los efebos llegan a la culminación de su belleza.
Entre los poetas hay que destacar a Ibn Hazm y su libro El collar de la paloma, en el que se reúnen una serie de poemas y anécdotas sobre los asuntos amorosos tanto hetero como homosexuales del autor y sus contemporáneos. El libro permite entrever las costumbres amorosas en las cortes y la aristocracia andalusí. Otros poetas importantes fueron el rey de Sevilla Al-Mu'tamid, Ben Quzmán, Ibn Sara As-Santariní, Ben Sahl de Sevilla y Marŷ al-Kuḥl.

Mujer, no me injuries.
Ni Hind ni Zaynab26 me seducen.
Siento inclinación, en cambio, por un corzo
cuyas cualidades todos anhelan:
no teme la menstruación,
no sufre embarazo
ni ante mí se vela.


Poema de Ibn Hāni' Al-Andalusī, traducido por Josefina Veglison Elías de Molins y publicado en 1997 en La poesía árabe clásica

jueves, 11 de junio de 2015

Al-Hakam II

Al-Hakam II  (915-976) fue el segundo califa omeya de Córdoba. Sucedió a su padre, Abderramán III, a la edad de 46 años creándose un grave problema de estado: no tenía hijos. Al igual que sus antecesores tuvo amantes masculinos, pero la diferencia con ellos es que todos habían tenido descendencia. Del nuevo califa se conocía su aversión sexual hacía las mujeres, lo cual dificultaba la posibilidad de sucesión. Al califa siempre le gustó estar rodeado de eunucos  llegando a morir en brazos de dos de ellos.
Durante su califato tuvo que afrontar diversas revueltas en los territorios limítrofes del norte con los reinos cristianos y especialmente tuvo que afrontar la invasión vikinga que atacaron Lisboa y Sevilla,  finalmente fue aplastada. Uno de sus generales fue Al-Mansur, que a su muerte sería el favorito de su hijo Hixam II.
Fue un político culto y tolerante, abogó por la igualdad de todos los grupos étnicos y religiosos para acceder a los puestos de gobierno, acabando con las prerrogativas de la  nobleza militar. Respetó profundamente a los cristianos y a los judíos. Creó una burocracia meritocrática y  apoyó  a la clase media comercial.
Bajo su califato, Córdoba fue la ciudad más importante de Europa, una ciudad culta y tolerante. Fue la primera ciudad con las calles pavimentadas, alumbrado nocturno y alcantarillado. Acabó la construcción de la Mezquita de esta ciudad, así como Medina Azahara.
La sexualidad se vivía con una enorme libertad, llegando a existir un barrio en la misma capital  (Derb Ibn Zaydun) habitado casi exclusivamente por homosexuales. El amor entre hombres era aceptado y se hablaba libremente del amor homoerótico en la literatura.
La predilección del califa por los jóvenes y su incapacidad para engendrar un hijo que diera continuidad a su dinastía fue uno de los graves problemas de su reinado. Es aquí donde aparece una esclava vasca  llamada Aurora o Subh, de aspecto andrógino. Sin mayor dificultad se hizo pasar por muchacho. El Califa consiguió tener con ella el hijo que le sucedería en el califato.

El califa murió en brazos de sus eunucos favoritos. Subh era la pieza clave en la administración del califato, era la favorita real y su poder era inmenso.  Se juntó con el ambicioso Al-Mansur y utilizaron al joven Hixem para gobernar a su antojo llevando al Califato a su autodestrucción.  El ambicioso general acabó marginando al califa y a su madre.

jueves, 4 de junio de 2015

Pelayo, el niño mártir.

Martirio de San Pelayo. Óleo sobre tabla.
Becerril, 1520.
Pelayo (nació en un pequeño pueblo de Pontevedra en 911 y murió en Córdoba el 26 de junio de 925) fue un cristiano martirizado durante el califato de Abderramán III y canonizado posteriormente por la Iglesia católica, como ejemplo de la virtud de la castidad juvenil. Su día en el santoral católico es el 26 de junio.
Fue educado por un tío suyo que era obispo. En 920 acompañaba al obispo y la corte del rey de León en apoyo del reino de Pamplona, que estaba siendo atacado por el califa Abderramán III. Tras la derrota en la batalla de Valdejunquera, tío y sobrino fueron apresados. Después de tres años de cautiverio el obispo fue liberado, pero Pelayo quedó como rehén. Se dice que Abderramán III le requirió contactos sexuales (le prometía riquezas y honores si renunciaba a la fe cristiana y accedía a las proposiciones del califa), a los que se negó, lo que provocó su tortura y muerte. Por sus reiteradas negativas sufrió martirio, que descrito lúgubremente en el santoral fue por desmembramiento mediante tenazas de hierro. Después fue despedazado y sus restos echados al Guadalquivir el 26 de junio del año 925.
Sus restos fueron recogidos piadosamente por los cristianos de Córdoba y enterrados en el cementerio de San Ginés y su cabeza en el de San Cipriano, siendo considerado mártir por la fe y la pureza. En el año 967, bajo el reinado de Ramiro III, los restos mortales de San Pelayo fueron depositados en el monasterio dedicado al santo en León, fundado por su antecesor el rey Sancho I. Entre 984 y 999 su cuerpo se trasladó a Oviedo, siendo finalmente depositado en el monasterio de las monjas benedictinas de San Pelayo de aquella ciudad. Un hueso de uno de sus brazos se venera desde antiguo en el monasterio de monjas benedictinas de San Pelayo de Antealtares de Santiago de Compostela.

Su hagiografía refleja que durante los cuatro años que pasó en Córdoba en calidad de rehén, sin que el rescate fuera pagado por su tío, el obispo, el muchacho destacó por su inteligencia y su fe, haciendo proselitismo de Cristo e insistiendo en que esta actividad fue la que provocó que fuera tentado por Abderramán III para convertirse al islamismo, lo que él rechazó con vehemencia.

miércoles, 3 de junio de 2015

Abderramán III

Grabado del siglo XIX de Abderramán III
Octavo soberano Omeya de la España musulmana y primero de ellos que tomó el título de califa. Nació en Córdova el 7 de enero de 891 y murió en Medina Azahara el 15 de octubre de 961. Accedió al trono en el año 912, cuando sólo tenía 21, designado por su abuelo para sucederle con preferencia a sus propios hijos; y en el 929 se hizo proclamar califa, rompiendo el último vínculo simbólico que le unía con el califato de los Abasidas.
Dedicó los mayores esfuerzos de su largo reinado a someter el territorio a su autoridad efectiva, sofocando la rebelión de Andalucía (tras la toma de Bobastro en el 928) e imponiéndose por la fuerza a los señores locales semiindependientes. Extendió sus acciones al norte de África, en donde varios jefes rebeldes se declararon vasallos del califa de Córdoba en lugar de acatar el califato autóctono de los Fatimíes; con ello consiguió prevenir las tentaciones expansionistas de los Fatimíes, al tiempo que se apoderaba de plazas costeras tan importantes como Tánger, Ceuta y Melilla.
También combatió contra los reinos cristianos del Norte, aunque con suerte desigual: fue derrotado por los leoneses en San Esteban de Gormaz (917), venció a leoneses y navarros en Mudania (918), en la campaña de Muez (920) y en Irati (924), volvió a perder y estuvo a punto de morir en la «batalla del foso» de Simancas (939)..., pero en conjunto puede decirse que las fronteras permanecieron seguras durante este reinado, y que incluso Abderramán se erigió en árbitro de las disputas internas de los reinos cristianos, convertidos en tributarios suyos desde el 960.
Pacificado el interior y aseguradas las fronteras, el califato vivió una época de tolerancia religiosa y de grandes construcciones (como las de Medina Azahara). El prestigio exterior del califato de Córdoba se tradujo en el establecimiento de relaciones con los emperadores germánico y bizantino y con los reyes de Inglaterra, Francia e Italia.
La Crónica Anónima y otras fuentes árabes nos dicen que tuvo once hijos varones y dieciséis hijas. Pero también era sabido que gustaba de los harenes masculinos y consta que los hispanoárabes  preferían como compañeros sexuales a los cristianos y cristianas esclavos antes que a las mujeres o efebos de su propia cultura, lo que provocaba la enemistad y continuas hostilidades de los reinos cristianos.

Es conocido el martirio al niño cristiano Pelayo por resistirse a los deseos de Abderramán III, primer califa omeya de Córdoba, hecho por el que fue posteriormente santificado.

lunes, 1 de junio de 2015

Historia de la homosexualidad en España. Al-Ándalus.

El Shah Abbas y un paje.
Muhammad Qasim, 1627.
La civilización de Al-Ándalus fue muy tolerante en cuanto a la sexualidad, al contrario que sus vecinos cristianos del norte, a excepción del intervalo creado por los almorávides y sobre todo los almohades. Paradójicamente, el Corán prohíbe la homosexualidad, llegando incluso a la pena de muerte, pero las sociedades musulmanas, tanto de la península Ibérica como del resto del mundo musulmán, no seguían esta regla. En la Risala fi-l-Fiqh, un compendio de Derecho islámico elaborado por Ibn Abi Zayd, se expresa que el hombre que yaciera con un varón mayor de edad y que consintiera, provocaría la lapidación de ambos.
Grandes gobernantes como Abderramán III, Al-Hakem II, Hisham II y Al-Mutamid tuvieron como amantes a muchachos. Se llegó al extremo de que, para asegurar la descendencia, hubo que disfrazar a una muchacha de chico para seducir a Al-Hakem II. Estas costumbres también estaban extendidas entre la nobleza y las clases más altas.
Para hacerse una idea del ambiente, Abdelwahab Bouhdiba describe la siguiente situación en su Sexuality in Islam (Sexualidad en el islam), refiriéndose sobre todo al Califato de Córdoba.
Existían en los arrabales de las ciudades, o en el campo cercano, lugares de paseo muy frecuentados, con tabernas y aguaduchos al aire libre en las fincas dependientes de castillos bizantinos, romanos o persas, o aun de monasterios cristianos. Siguiendo la mejor tradición vinícola, los monjes no dejaban de abastecer de generosas botellas y de jóvenes bonitas a los 'alegres compañeros de la sinceridad', los fityāna sidqin de quienes habla Abū Nuwās. Estas tabernas eran lugares donde se servía el placer multiforme sin vergüenza y sin exclusividad. Cantadores, bailadores, jugadores, pero también jóvenes entregados al placer, alegres pederastas y lesbianas sin cuidado, enseñaron allí el arte de gozar a una juventud a la cual el Islam había librado de todo sentimiento de vergüenza o culpa.
De hecho, es conocido que la prostitución masculina estuvo mejor pagada que la femenina durante algún tiempo.
También hay textos que condenan la homosexualidad y Ahmad ibn Yusuf al Tayfashi en su Nuzhat-al-Albab (El deleite de los corazones) cuenta que los hombres que buscan otros de su misma edad tienen vidas cortas, puesto que se arriesgan a ser robados o asesinados. Los cuentos incluidos en el Nuzhat-al-Albab pueden servir para probar que la actitud de la sociedad islámica hacia la homosexualidad era positiva, negativa o indiferente.

El lesbianismo también era común, sobre todo en los harenes, aunque naturalmente las relaciones se mantenían discretamente ya que ese tipo de relación podía emplearse en las intrigas políticas. Algunas mujeres de Al-Ándalus privilegiadas tenían acceso a la educación y existen dos antologías modernas de poesía escrita por mujeres, de Teresa Garulo y de Maḥmud Subḥ, en las que el amor entre mujeres aparece tratado con normalidad.