jueves, 11 de junio de 2015

Al-Hakam II

Al-Hakam II  (915-976) fue el segundo califa omeya de Córdoba. Sucedió a su padre, Abderramán III, a la edad de 46 años creándose un grave problema de estado: no tenía hijos. Al igual que sus antecesores tuvo amantes masculinos, pero la diferencia con ellos es que todos habían tenido descendencia. Del nuevo califa se conocía su aversión sexual hacía las mujeres, lo cual dificultaba la posibilidad de sucesión. Al califa siempre le gustó estar rodeado de eunucos  llegando a morir en brazos de dos de ellos.
Durante su califato tuvo que afrontar diversas revueltas en los territorios limítrofes del norte con los reinos cristianos y especialmente tuvo que afrontar la invasión vikinga que atacaron Lisboa y Sevilla,  finalmente fue aplastada. Uno de sus generales fue Al-Mansur, que a su muerte sería el favorito de su hijo Hixam II.
Fue un político culto y tolerante, abogó por la igualdad de todos los grupos étnicos y religiosos para acceder a los puestos de gobierno, acabando con las prerrogativas de la  nobleza militar. Respetó profundamente a los cristianos y a los judíos. Creó una burocracia meritocrática y  apoyó  a la clase media comercial.
Bajo su califato, Córdoba fue la ciudad más importante de Europa, una ciudad culta y tolerante. Fue la primera ciudad con las calles pavimentadas, alumbrado nocturno y alcantarillado. Acabó la construcción de la Mezquita de esta ciudad, así como Medina Azahara.
La sexualidad se vivía con una enorme libertad, llegando a existir un barrio en la misma capital  (Derb Ibn Zaydun) habitado casi exclusivamente por homosexuales. El amor entre hombres era aceptado y se hablaba libremente del amor homoerótico en la literatura.
La predilección del califa por los jóvenes y su incapacidad para engendrar un hijo que diera continuidad a su dinastía fue uno de los graves problemas de su reinado. Es aquí donde aparece una esclava vasca  llamada Aurora o Subh, de aspecto andrógino. Sin mayor dificultad se hizo pasar por muchacho. El Califa consiguió tener con ella el hijo que le sucedería en el califato.

El califa murió en brazos de sus eunucos favoritos. Subh era la pieza clave en la administración del califato, era la favorita real y su poder era inmenso.  Se juntó con el ambicioso Al-Mansur y utilizaron al joven Hixem para gobernar a su antojo llevando al Califato a su autodestrucción.  El ambicioso general acabó marginando al califa y a su madre.

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