El Shah Abbas y un paje. Muhammad Qasim, 1627. |
La
civilización de Al-Ándalus fue muy tolerante en cuanto a la sexualidad, al
contrario que sus vecinos cristianos del norte, a excepción del intervalo
creado por los almorávides y sobre
todo los almohades. Paradójicamente,
el Corán prohíbe la homosexualidad,
llegando incluso a la pena de muerte, pero las sociedades musulmanas, tanto de
la península Ibérica como del resto
del mundo musulmán, no seguían esta regla. En la Risala fi-l-Fiqh, un compendio de Derecho islámico elaborado por Ibn Abi Zayd, se expresa que el hombre
que yaciera con un varón mayor de edad y que consintiera, provocaría la
lapidación de ambos.
Grandes
gobernantes como Abderramán III, Al-Hakem II, Hisham II y Al-Mutamid
tuvieron como amantes a muchachos. Se llegó al extremo de que, para asegurar la
descendencia, hubo que disfrazar a una muchacha de chico para seducir a Al-Hakem II. Estas costumbres también
estaban extendidas entre la nobleza y las clases más altas.
Para hacerse
una idea del ambiente, Abdelwahab
Bouhdiba describe la siguiente situación en su Sexuality in Islam (Sexualidad en el islam), refiriéndose
sobre todo al Califato de Córdoba.
Existían en los arrabales de las ciudades, o
en el campo cercano, lugares de paseo muy frecuentados, con tabernas y
aguaduchos al aire libre en las fincas dependientes de castillos bizantinos,
romanos o persas, o aun de monasterios cristianos. Siguiendo la mejor tradición
vinícola, los monjes no dejaban de abastecer de generosas botellas y de jóvenes
bonitas a los 'alegres compañeros de la sinceridad', los fityāna sidqin de
quienes habla Abū Nuwās. Estas
tabernas eran lugares donde se servía el placer multiforme sin vergüenza y sin
exclusividad. Cantadores, bailadores, jugadores, pero también jóvenes
entregados al placer, alegres pederastas y lesbianas sin cuidado, enseñaron
allí el arte de gozar a una juventud a la cual el Islam había librado de todo
sentimiento de vergüenza o culpa.
De hecho, es
conocido que la prostitución masculina estuvo mejor pagada que la femenina
durante algún tiempo.
También hay
textos que condenan la homosexualidad y Ahmad
ibn Yusuf al Tayfashi en su Nuzhat-al-Albab (El deleite de los corazones) cuenta que los hombres que buscan
otros de su misma edad tienen vidas cortas, puesto que se arriesgan a ser
robados o asesinados. Los cuentos incluidos en el Nuzhat-al-Albab pueden
servir para probar que la actitud de la sociedad islámica hacia la
homosexualidad era positiva, negativa o indiferente.
El
lesbianismo también era común, sobre todo en los harenes, aunque naturalmente
las relaciones se mantenían discretamente ya que ese tipo de relación podía
emplearse en las intrigas políticas. Algunas mujeres de Al-Ándalus privilegiadas tenían acceso a la educación y existen dos
antologías modernas de poesía escrita por mujeres, de Teresa Garulo y de Maḥmud
Subḥ, en las que el amor entre mujeres aparece tratado con normalidad.
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