lunes, 1 de junio de 2015

Historia de la homosexualidad en España. Al-Ándalus.

El Shah Abbas y un paje.
Muhammad Qasim, 1627.
La civilización de Al-Ándalus fue muy tolerante en cuanto a la sexualidad, al contrario que sus vecinos cristianos del norte, a excepción del intervalo creado por los almorávides y sobre todo los almohades. Paradójicamente, el Corán prohíbe la homosexualidad, llegando incluso a la pena de muerte, pero las sociedades musulmanas, tanto de la península Ibérica como del resto del mundo musulmán, no seguían esta regla. En la Risala fi-l-Fiqh, un compendio de Derecho islámico elaborado por Ibn Abi Zayd, se expresa que el hombre que yaciera con un varón mayor de edad y que consintiera, provocaría la lapidación de ambos.
Grandes gobernantes como Abderramán III, Al-Hakem II, Hisham II y Al-Mutamid tuvieron como amantes a muchachos. Se llegó al extremo de que, para asegurar la descendencia, hubo que disfrazar a una muchacha de chico para seducir a Al-Hakem II. Estas costumbres también estaban extendidas entre la nobleza y las clases más altas.
Para hacerse una idea del ambiente, Abdelwahab Bouhdiba describe la siguiente situación en su Sexuality in Islam (Sexualidad en el islam), refiriéndose sobre todo al Califato de Córdoba.
Existían en los arrabales de las ciudades, o en el campo cercano, lugares de paseo muy frecuentados, con tabernas y aguaduchos al aire libre en las fincas dependientes de castillos bizantinos, romanos o persas, o aun de monasterios cristianos. Siguiendo la mejor tradición vinícola, los monjes no dejaban de abastecer de generosas botellas y de jóvenes bonitas a los 'alegres compañeros de la sinceridad', los fityāna sidqin de quienes habla Abū Nuwās. Estas tabernas eran lugares donde se servía el placer multiforme sin vergüenza y sin exclusividad. Cantadores, bailadores, jugadores, pero también jóvenes entregados al placer, alegres pederastas y lesbianas sin cuidado, enseñaron allí el arte de gozar a una juventud a la cual el Islam había librado de todo sentimiento de vergüenza o culpa.
De hecho, es conocido que la prostitución masculina estuvo mejor pagada que la femenina durante algún tiempo.
También hay textos que condenan la homosexualidad y Ahmad ibn Yusuf al Tayfashi en su Nuzhat-al-Albab (El deleite de los corazones) cuenta que los hombres que buscan otros de su misma edad tienen vidas cortas, puesto que se arriesgan a ser robados o asesinados. Los cuentos incluidos en el Nuzhat-al-Albab pueden servir para probar que la actitud de la sociedad islámica hacia la homosexualidad era positiva, negativa o indiferente.

El lesbianismo también era común, sobre todo en los harenes, aunque naturalmente las relaciones se mantenían discretamente ya que ese tipo de relación podía emplearse en las intrigas políticas. Algunas mujeres de Al-Ándalus privilegiadas tenían acceso a la educación y existen dos antologías modernas de poesía escrita por mujeres, de Teresa Garulo y de Maḥmud Subḥ, en las que el amor entre mujeres aparece tratado con normalidad.            

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