miércoles, 1 de julio de 2015

El proceso de los templarios: ejemplo del empleo de la homosexualidad como arma política.


Ilustración de un manuscrito medieval en el
que se acusa a los templarios de sodomía.
A comienzos del siglo XIV tuvo lugar uno de los juicios más famosos y escandalosos de la Edad Media. Todos los miembros de una prestigiosa orden militar internacional, la Orden de los Templarios, fueron acusados por la monarquía francesa de los delitos que más asustaban a la sociedad europea de la época: apostasía, idolatría y sodomía. Como es bien conocido, el resultado final del proceso fue la disolución de la Orden por el papa Clemente V en el transcurso del concilio de Vienne en 1312. El propio maestre de la Orden, Jacques de Molay, terminó siendo quemado en la hoguera en 1314.
Desde fines del siglo XIX la mayor parte de la historiografía se decanta por considerar que los templarios eran claramente inocentes de los cargos que se les imputaban.
Esto fue lo que pasó.
Las constantes luchas entre cristianos y musulmanes en Tierra Santa durante los siglos XII y XIII trajeron como consecuencia la pérdida sucesiva de los territorios cristianos y posesiones templarias en este lugar. La pérdida del último baluarte cristiano en Tierra Santa, San Juan de Acre, a manos de los musulmanes supuso el comienzo del fin de las órdenes religioso-militares. El Gran Maestre del Temple pasó a residir, por un tiempo, en la vecina isla de Chipre, para trasladarse más adelante a Francia.
La importancia económica de la orden, así como de su estratégica red de castillos, provocó que el rey de Francia acusase a la Orden de herejía, idolatría, sodomía entre otros abusos ignominiosos, y vio en ella una posible fuente económica que lo sostuviera en el trono. Así mismo, si anulaba el poder militar de la Orden creía que así vería reforzado el propio poder real.

En octubre de 1307 actuó por sorpresa haciendo encarcelar 138 caballeros y exigiendo al propio Papa Clemente V, al cual le había hecho trasladar la corte a Aviñón, que actuase contra la orden. A finales del mes de octubre envió cartas al rey de la Corona de Aragón, Jaime II, incitando a que actuase contra los templarios en su territorio. Al principio el monarca se opuso, pero a medida que se iban conociendo las confidencias de culpabilidad arrancadas a los templarios franceses mediante torturas, tuvo que ceder ante la presión de un nuevo poder que se había creado dentro de la misma iglesia: la Inquisición.

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