viernes, 16 de mayo de 2014

Adriano y Antínoo

Antínoo
Aunque Antínoo es en realidad un personaje muy poco conocido. Ya en la Antigüedad, los pocos datos auténticos acerca de su vida se mezclaron con leyendas. La fascinación que hasta hoy ejerce Antínoo se basa, fundamentalmente, en su relación con el emperador Adriano y en las numerosas obras de arte que fueron creadas en memoria suya.
Se sabe con certeza que Antínoo nació en Bitinio-Claudiópolis, ciudad de la región de Bitinia, en el noroeste de Asia Menor, entre los años 110 y 115. En uno de sus viajes (Adriano es conocido en la historia como "el emperador viajero"), el emperador quedó impresionado por el bello adolescente. En la actualidad no puede precisarse si el primer encuentro entre los dos se produjo ya durante la primera estancia de Adriano en Bitinia, en 121, o en 123/124. Desde el momento de su encuentro, y hasta su muerte, Antínoo acompañó al emperador en todos sus viajes.
Durante toda su vida, Adriano aspiró al ideal de vida griego. Según la visión que del mismo tenían los romanos, de este ideal de vida formaba parte la pederastia, en la cual el hombre adoptaba el papel de mentor del niño en todos los aspectos de la vida. La tradición cristiana y la interpretación moderna de la pederastia la reducen generalmente a su componente sexual. Por otro lado, se sabe que el emperador estaba descontento de su matrimonio con su esposa Vibia Sabina.
Sobre la naturaleza precisa de las relaciones entre Antínoo y Adriano la información es muy escasa.
También las circunstancias de la temprana muerte de Antínoo están entremezcladas con leyendas. Está firmemente establecido que el joven cayó al río Nilo el 30 de octubre de 130 o poco antes, cerca de la ciudad de Besa, en el Egipto medio, y se ahogó ante la mirada de Adriano. Dion Casio y Aurelio Víctor, que escribieron en fecha muy posterior, explican que las circunstancias de su muerte no estaban claras. Según una de las versiones recogidas por los historiadores, la muerte de Antínoo fue un accidente. Según otra versión, Antínoo se habría sacrificado por el emperador, para asegurarle, mediante este sacrificio, una vida larga y afortunada. Antínoo habría sabido por un astrólogo que su suicidio brindaría al emperador la posibilidad de seguir viviendo después del plazo que le había sido asignado por los hados. El autor de la biografía de Adriano en la Historia Augusta (una recopilación de biografías de emperadores escrita en la Antigüedad Tardía, cuyos datos deben ser utilizados con la mayor precaución) insinúa la posibilidad de que Antínoo pudiera haber decidido suicidarse para escapar a las proposiciones sexuales de Adriano. Retrospectivamente, no puede tampoco descartarse la hipótesis de una intriga palaciega. La esposa de Adriano no debió quedar demasiado afligida por la muerte de su competidor.
Inmediatamente después de su muerte, Adriano, profundamente dolido, comenzó el enaltecimiento de su joven compañero. En el mismo escenario del infortunado acontecimiento, a orillas del Nilo, en el Egipto Medio, ordenó levantar, según el modelo helenístico, la ciudad de Antinoópolis o Antínoe.
Inmediatamente después de la muerte del joven, comenzó su adoración como divinidad o, al menos, como héroe.

En muchas de las ciudades del Imperio comenzó, poco después de la muerte de Antínoo, la erección de templos y la institución de sacerdocios para su culto. Por todo el Imperio se han descubierto inscripciones en su honor, además de en Roma. En numerosos lugares se erigieron estatuas y se acuñaron monedas con la efigie del difunto. Probablemente el punto más alto en la exaltación del joven de Bitinia llegó cuando se dio su nombre a una constelación.

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