Aquiles vendando a Patroclo. Kílix de figuras rojas. 500 años a. C. |
Para los
antiguos griegos la amistad entre dos hombres era una virtud, no sólo estaba
bien vista, también se potenciaba esta relación en el terreno de la enseñanza o
el militar. Generalmente se unía un joven adolescente de 16 años o más (erómenos, amado) con un adulto (erastés, amante) Los griegos lo
consideraban un elemento esencial de su cultura.
Los griegos
considera-ban normal que un hombre se sintiese atraído por la belleza de un
joven, tanto o más que por la de una mujer. La historia da cuenta de la
existencia del Batallón Sagrado de Tebas
y su eficacia militar al estar constituido por parejas de amantes: de esta
forma cada soldado de la falange no sólo protegía su propia vida sino, además,
la de su pareja.
En este
contexto entra la historia de Aquiles
y Patroclo, amigos y amantes desde
muy jóvenes. Ambos se embarcaron en la aventura de Troya.
Agamenón había tomado a una mujer llamada Criseida como esclava, y el padre de ésta, Crises, un sacerdote de Apolo,
le rogó que se la devolviera. Agamenón
se negó y Apolo envió una plaga al
campamento de los aqueos. El profeta Calcante
determinó el origen del problema pero no quiso hablar a menos que Aquiles jurase protegerle. Aquiles así lo hizo, por lo que Calcante declaró que Criseida debía ser devuelta a su padre.
Aquiles, por su parte, había raptado a Briseida, viuda del rey Mines
de Linerso, combatiente en el bando troyano.
Agamenón accedió a devolver Criseida
a su padre, pero exigió a cambio la esclava de Aquiles, Briseida.
La disputa
entre Agamenón, comandante de los
ejércitos aqueos, y Aquiles, jefe de
los mirmidones, acaba con el abandono de Aquiles
y sus leales del asedio de Troya.
Es "la cólera de Aquiles", primer capítulo y núcleo de la Ilíada.
Pero Patroclo no lo entiende, y al ver que
los guerreros de Troya van ganando la guerra, lleno de furia y celos, arrebata
la armadura a su amante y reta a Héctor,
príncipe troyano, en combate singular. A pesar de la desigual fuerza la lucha
es equilibrada, hasta que el enojado dios Apolo
golpea al joven guerrero y permite a Héctor
darle muerte.
Cuando Aquiles oye las amargas noticias, llora
y se revuelve en el suelo, transido de dolor. Sus amigos traen el cuerpo de Patroclo del campo de batalla pero él
no les deja enterrarlo. Se echa sobre él, rodeándolo con sus brazos, sollozando
desesperadamente.
Para muchos
griegos, la desmesurada emoción que muestra Aquiles tras la muerte de Patroclo,
así como su exaltación en la venganza, no dejan ninguna duda sobre la
naturaleza de sus relaciones. Las reservas de Homero se interpretaron como un signo de discreción. Esquilo desarrolla este tema en su
tragedia perdida Los Mirmidones, en la que representa sin rodeos a Aquiles llorando sobre el cuerpo de su
amigo mientras alaba la belleza de sus caderas y añora sus besos. Tanto en Esquilo como en Esquines, Aquiles es el erastés
y Patroclo el erómeno.
Es posible
poner en duda dicha versión si se parte del detalle de la barba: Patroclo la lleva, mientras que Aquiles carece de ella. De hecho, es
posible pensar que Aquiles era el
joven erómeno y Patroclo el erastés —de
edad más avanzada—, más aún cuando la admiración provocada por el amor es la de
Patroclo hacia Aquiles; hecho que corroboraría dicha idea. Lo que es por supuesto
incontestable es que los dos hombres se quieren —amor o amistad— por igual.
Esto mismo
es lo que expone Platón en ElBanquete cuando hace decir a Fedro
que «Esquilo desvaría al afirmar que Aquiles era el amante de Patroclo,
cuando era más hermoso no sólo que Patroclo,
sino también que todos los héroes juntos, y aún no le había crecido la barba,
por lo que era mucho más joven, según afirma Homero.» A pesar de este desacuerdo, tampoco Fedro tiene duda alguna sobre la
relación entre Patroclo y Aquiles.
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