miércoles, 7 de mayo de 2014

Aquiles y Patroclo: homosexualidad en la Grecia Clásica

Aquiles vendando a Patroclo.
Kílix de figuras rojas. 500 años a. C.
Para los antiguos griegos la amistad entre dos hombres era una virtud, no sólo estaba bien vista, también se potenciaba esta relación en el terreno de la enseñanza o el militar. Generalmente se unía un joven adolescente de 16 años o más (erómenos, amado) con un adulto (erastés, amante) Los griegos lo consideraban un elemento esencial de su cultura.
Los griegos considera-ban normal que un hombre se sintiese atraído por la belleza de un joven, tanto o más que por la de una mujer. La historia da cuenta de la existencia del Batallón Sagrado de Tebas y su eficacia militar al estar constituido por parejas de amantes: de esta forma cada soldado de la falange no sólo protegía su propia vida sino, además, la de su pareja.
En este contexto entra la historia de Aquiles y Patroclo, amigos y amantes desde muy jóvenes. Ambos se embarcaron en la aventura de Troya.
Agamenón había tomado a una mujer llamada Criseida como esclava, y el padre de ésta, Crises, un sacerdote de Apolo, le rogó que se la devolviera. Agamenón se negó y Apolo envió una plaga al campamento de los aqueos. El profeta Calcante determinó el origen del problema pero no quiso hablar a menos que Aquiles jurase protegerle. Aquiles así lo hizo, por lo que Calcante declaró que Criseida debía ser devuelta a su padre.
Aquiles, por su parte, había raptado a Briseida, viuda del rey Mines de Linerso, combatiente en el bando troyano.
Agamenón accedió a devolver Criseida a su padre, pero exigió a cambio la esclava de Aquiles, Briseida.
La disputa entre Agamenón, comandante de los ejércitos aqueos, y Aquiles, jefe de los mirmidones, acaba con el abandono de Aquiles y sus leales del asedio de Troya.
Es "la cólera de Aquiles", primer capítulo y núcleo de la Ilíada.
Pero Patroclo no lo entiende, y al ver que los guerreros de Troya van ganando la guerra, lleno de furia y celos, arrebata la armadura a su amante y reta a Héctor, príncipe troyano, en combate singular. A pesar de la desigual fuerza la lucha es equilibrada, hasta que el enojado dios Apolo golpea al joven guerrero y permite a Héctor darle muerte.
Cuando Aquiles oye las amargas noticias, llora y se revuelve en el suelo, transido de dolor. Sus amigos traen el cuerpo de Patroclo del campo de batalla pero él no les deja enterrarlo. Se echa sobre él, rodeándolo con sus brazos, sollozando desesperadamente.
Para muchos griegos, la desmesurada emoción que muestra Aquiles tras la muerte de Patroclo, así como su exaltación en la venganza, no dejan ninguna duda sobre la naturaleza de sus relaciones. Las reservas de Homero se interpretaron como un signo de discreción. Esquilo desarrolla este tema en su tragedia perdida Los Mirmidones, en la que representa sin rodeos a Aquiles llorando sobre el cuerpo de su amigo mientras alaba la belleza de sus caderas y añora sus besos. Tanto en Esquilo como en Esquines, Aquiles es el erastés y Patroclo el erómeno.
Es posible poner en duda dicha versión si se parte del detalle de la barba: Patroclo la lleva, mientras que Aquiles carece de ella. De hecho, es posible pensar que Aquiles era el joven erómeno y Patroclo el erastés —de edad más avanzada—, más aún cuando la admiración provocada por el amor es la de Patroclo hacia Aquiles; hecho que corroboraría dicha idea. Lo que es por supuesto incontestable es que los dos hombres se quieren —amor o amistad— por igual.

Esto mismo es lo que expone Platón en ElBanquete cuando hace decir a Fedro que «Esquilo desvaría al afirmar que Aquiles era el amante de Patroclo, cuando era más hermoso no sólo que Patroclo, sino también que todos los héroes juntos, y aún no le había crecido la barba, por lo que era mucho más joven, según afirma Homero A pesar de este desacuerdo, tampoco Fedro tiene duda alguna sobre la relación entre Patroclo y Aquiles.

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