Cesar Augusto |
En el siglo
I Suetonio y Tácito constatan la generalización de matrimonios entre hombres sin
trabas, ya que el matrimonio en la sociedad romana era un contrato privado. El
emperador Nerón (año 54 a 68 d.C.) fue el primer
empe-rador romano que se casó con otro hombre, un joven eunuco de palacio
llamado Esporo y convertido en Sabina por Nerón para reemplazar a su amada y fallecida Popea.
Edward Gibbon ya
en 1776 confirma que de los doce primeros emperadores solo a Claudio (año 41 a 54 d.C.) le interesaban exclusiva-mente
las mujeres. Todos los demás tuvieron chicos u hombres como amantes. El hecho
de que Claudio no tuviera ningún
amante masculino fue objeto de crítica por parte de Suetonio en su obra Las vidas de los doce césares.
Existen
numerosos ejemplos de literatura lírica ensalzando el amor y las relaciones
homoeróticas. Los poetas latinos de la época dan por hecho que todos los
hombres sienten deseo homosexual en algún que otro momento. Ejemplos de poetas
con alguna obra que alaban estas relaciones son Cátulo, Horacio, Virgilio u Ovidio. Petronio en su
obra el Satiricón describe la sociedad imperial y sus costumbres y en
ella se alude frecuentemente a relaciones homosexuales entre sus personajes.
Por su parte Marcial defiende las
relaciones pederastas ensalzando el amor hacia el efebo, no su mero uso sexual.
En un pasaje anecdótico menciona que es descubierto por su esposa "dentro de un chico", ella le
recrimina con desprecio diciéndole que no le podría dar lo mismo que ella. Él
replica con una lista de personajes mitológicos que, a pesar de estar casados,
tienen un joven amante masculino y termina diciendo que la diferencia con una
mujer es solo que ella tiene dos "vaginas".
La práctica
de la pederastia tiene su cenit durante el reinado del emperador de origen
hispano y helenófilo Adriano (año 117 a 138 d.C.), que
comparte la pasión por los muchachos con su antecesor Trajano (año 98 a 117 d.C.). Es famoso su amor por el joven griego Antínoo. Tras su prematura muerte ahogado, Adriano erigió templos en Bitinia, Mantineia y Atenas en su honor,
y hasta le dedicó una ciudad, Antinoópolis.
Cabe
destacar al joven emperador Heliogábalo (año 218 a 222),
conocido por sus numerosos amantes y que a principios del siglo III escandalizó
a sus contemporáneos casándose públicamente dos veces vestido de mujer,
adoptando así explícitamente el papel pasivo en la relación. Son múltiples las
anécdotas sobre su comportamiento lascivo, y los soldados de su guardia
personal eran conocidos como “los rabos
de burro” por ser reclutados en las termas entre los mejor dotados. El
también emperador del siglo III Filipo
el
Árabe (año 244 a 249), a pesar de que se cree que fue el primer emperador cristiano,
fue conocido por su afición a los muchachos.
La
aceptación social de las relaciones pederastas y homoeróticas fue decayendo a
lo largo de los siglos a medida que se fue implantando el cristianismo.
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