Hirschfeld y
colaboradores defienden en teoría y práctica la idea de que cada propiedad
psíquica tiene su expresión corporal. Eso vale también para los hombres y las
mujeres homosexuales. Por ejemplo, no solo la libido de los hombres
homosexuales no se dirigiría, como la de las mujeres heterosexuales, hacia los
hombres sino que su cuerpo se parecería al cuerpo femenino. A esta conclusión
llega también el doctor Arthur Weil, que en 1921 compara las medidas corporales
de algunos homosexuales y heterosexuales: la pelvis de hombres homosexuales sería
en relación a los hombros más ancha que la de hombres heterosexuales. También
la relación entre la parte inferior y superior del cuerpo se inclinaría hacia
lo “femenino”. Weil supone como causa que la función de los testículos de los
hombres homosexuales habría sido alterada en la fase de crecimiento, de tal
manera que las proporciones corporales se habrían desarrollado de modo más
“femenino”.
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