Hombres y
mujeres son esencialmente distintos –tanto corporal como mentalmente. Esta
posición defendida en la medicina y en la antropología de los siglos XVIII y
XIX era la doctrina científica oficial del primer tercio del siglo XX. Hay una
literatura abundante y “naturalmente” producida por los hombres, dedicada a la
diferencia sexual o a la estructura corporal y al psiquismo de la “mujer”.
Igual que
hay formas intermedias de los órganos sexuales se pueden observar también,
según la teoría de los estadios sexuales intermedios, transiciones entre los
sexos en lo que concierne a otros caracteres corporales: hombres con formación
mamaria evidente (llamados “ginecomastas”), mujeres con barba, hombres anchos
de pelvis, mujeres anchas de hombros y estrechas de pelvis, hombres con
vellosidad genital “femenina”, mujeres con voz grave, etc.
Todos ellos
son designados como “hombres andróginos” o “mujeres ginándricas”, como formas
transitorias corporales entre el “totalmente hombre” y la “totalmente mujer”.
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